
Creo que con la
gente que más deberíamos parar a pensar lo que le vamos a decir es
a a esa que nos quiere muchisimo ( y me refiero también a los
padres, pero no me refiero a ellos a su vez), en especial hago
referencia a aquella que un día estuvo en nuestro corazón y que
apartamos de él, pero que nosotros todavía permanecemos en el suyo,
pues son las que vana permitir que les digamos lo que queramos y
apenas van a rechistar, por no decir que no lo van a hacer, pero que
por dentro sería como clavarles un puñal y dejarlo allí días.
Sobre todo cuando
más debemos cuidar nuestras palabras es cuando esas personas se
encuentran mal, y si uno ya ve que he hecho daño lo más importante
es que deje de pinchar a esa persona porque realmente generará odio
dentro de ella, como es lo que está empezando a sucederme.
Para ser sinceros, puede hacer mas daño una frase, que mil espadas clavadas en el corazon. Viendo en antecedentes, la esencia de esta reflexion, no me cabe ninguna duda la veracidad de las afirmaciones aqui descritas, y cabe añadir, una frase, que desde el amanecer de mi existencia, me han susurrado las figuras paternales, "a palabras necias, oidos sordos"
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